Tuve la suerte de asistir con unos amigos, el pasado mes de septiembre a unos de los espectáculos, y lecciones, que nos ofrece la naturaleza periódicamente. Nos trasladamos a un sitio privilegiado de observación de la naturaleza de nuestro planeta, el estrecho de gibraltar. En él suceden periódicamente todos los años, al menos dos veces, el paso de millones de seres vivos de un lado a otro de la frontera natural de dicho estrecho. Este hecho sucede por la inercia biológica del instinto de supervivencia de los seres vivos, en el caso de las aves del cual muestro algunas imágenes que he tenido la suerte de capturar. Se agrupan, para cruzar juntos al otro lado, seres que van llegando de distintas zonas del continente a causa de buscar temporalmente un medio de vida más favorable para ellos.
Cruzan miles de kilómetros buscando al fin al cabo un mundo mejor para ellos. Este es un caso de frontera natural superada por el instinto de supervivencia de los seres vivos.
Sin embargo, todavía hoy día, los seres humanos en general, y los gobiernos en particular nos vemos azotados por una frontera mental con respecto al derecho que los seres vivos tenemos de buscar un mundo mejor y más justo. Precisamente en ese sitio geografico que llamamos el estrecho de gibraltar, ejemplo de lección bioóogica, los seres humanos tenemos levantadas una de las fronteras mentales más cruentas del planeta, un muro tejido por la sin razón de los intereses político-financieros. A ambos lados de dicha barrera natural los problemas para que los humanos busquemos un modo de vida digno no son menores, pero son especialmente más graves para los procedentes del hemisferio sur. En el sur, gobiernos títere, hambre, guerra y expoliación de recursos naturales son dirigidos desde el entramado financiero-político del hemisferio norte. En el norte, para este grupo de seres humanos, la red se teje con mafias, explotación, centros de internamiento de extranjeros , vulneración de derechos civiles y leyes retrogradas. Mientras los capitales, productos y materias primas fluyen de un lugar a otro del globo sin problema, no queremos entender el derecho biológico que todos los seres vivos tenemos de buscar un modo de vida mejor.
NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL.
Cruzan miles de kilómetros buscando al fin al cabo un mundo mejor para ellos. Este es un caso de frontera natural superada por el instinto de supervivencia de los seres vivos.
Sin embargo, todavía hoy día, los seres humanos en general, y los gobiernos en particular nos vemos azotados por una frontera mental con respecto al derecho que los seres vivos tenemos de buscar un mundo mejor y más justo. Precisamente en ese sitio geografico que llamamos el estrecho de gibraltar, ejemplo de lección bioóogica, los seres humanos tenemos levantadas una de las fronteras mentales más cruentas del planeta, un muro tejido por la sin razón de los intereses político-financieros. A ambos lados de dicha barrera natural los problemas para que los humanos busquemos un modo de vida digno no son menores, pero son especialmente más graves para los procedentes del hemisferio sur. En el sur, gobiernos títere, hambre, guerra y expoliación de recursos naturales son dirigidos desde el entramado financiero-político del hemisferio norte. En el norte, para este grupo de seres humanos, la red se teje con mafias, explotación, centros de internamiento de extranjeros , vulneración de derechos civiles y leyes retrogradas. Mientras los capitales, productos y materias primas fluyen de un lugar a otro del globo sin problema, no queremos entender el derecho biológico que todos los seres vivos tenemos de buscar un modo de vida mejor.
NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL.